La Pontificia Unión Misional (PUM) fue fundada el 31 de octubre de 1916 por el Beato Paolo Manna, misionero del Instituto Pontificio para las Misiones Extranjeras (PIME). Su visión fue formar y animar a los bautizados en su responsabilidad misionera, a través del servicio pastoral de obispos y sacerdotes, bajo el lema: "Toda la Iglesia para todo el mundo."
La Pontificia Unión Misional está dedicada a profundizar la conciencia misionera de todos los católicos —obispos, sacerdotes, religiosos y laicos— promoviendo un compromiso de fe, oración, testimonio y caridad.
Busca construir una comunión eclesial en la que:
La Iglesia universal y las Iglesias locales colaboren en la tarea de anunciar el Evangelio.
Las Iglesias de reciente fundación, los institutos misioneros, comunidades religiosas, movimientos eclesiales y grupos laicales contribuyan activamente a la evangelización.
La Iglesia dialogue con las culturas y religiones, promoviendo la dignidad de toda persona como hijo de Dios.
La PUM impulsa una formación misionera permanente, ayudando a los católicos a:
Crecer en la fe mediante un encuentro personal y continuo con Cristo.
Profundizar en la comprensión de la evangelización, especialmente en contextos donde la fe está ausente o el cristianismo es minoritario.
Reconocer su responsabilidad misionera como parte del llamado universal de la Iglesia a llevar la salvación a todos.
La PUM insiste en que todo católico está llamado a la misión, comenzando en su propia comunidad local y extendiéndose al mundo. Al formar sacerdotes, religiosos y líderes laicos, garantiza que la Iglesia permanezca en un estado permanente de misión.
Por medio de la Pontificia Unión Misional, cada creyente es invitado a asumir la identidad misionera de la Iglesia, colaborando en la expansión del Evangelio y en la transformación del mundo con fe y amor.
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