Historias

Sabiduría: astucia para el futuro

20 sept, 05:00 a. m.
¿Qué podemos aprender del «mayordomo deshonesto»? Esta reflexión explora la parábola más controvertida de Jesús desde la perspectiva de la sabiduría bíblica, revelando cómo la prudencia, y no la moralidad, es su esencia, y desafiando a los discípulos de Cristo a actuar con sabiduría, generosidad y con un propósito eterno.

 

Por P. Anh Nhue

El relato parabólico del evangelio de hoy se encuentra solo en Lucas, siendo la parábola más controvertida as de Jesús. Se ha gastado un río de tinta para resolver una presunta contradicción: ¿Cómo la acción moralmente inaceptable del administrador es colocada sobre el candelero para iluminar a todos los que están en la casa de Dios? Por eso, se necesita reflexionar en profundidad, partiendo de una clarificación necesaria: la perspectiva principal de la parábola en cuestión, es más sapiencial que moral.

1. Una lección para la vida: clarificación sobre la perspectiva judeo-sapiencial de la parábola 

El punto de apoyo del relato, alrededor del cual giran todos los elementos narrativos, es la valoración conclusiva del patrón que «alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia» (Lc 16,8a). Así se resalta el vocablo griego clave fronimos, que literalmente quiere decir “sabiamente”, traducido aquí con la expresión “con astucia” (¡el mismo término es usado para caracterizar las vírgenes sabias/prudentes de la parábola homónima de Jesús!). Sobre cualquier juicio moral, un punto es claro: la parábola en cuestión quiere transmitir una enseñanza sobre el uso de la sabiduría en la vida. Este corte sapiencial resulta todavía más fuerte en la valoración comprensiva de Lc 16,8b, que repite el concepto clave de “sabio”: «los hijos de este mundo son más astutos (lit. “más sabios”) con su propia gente que los hijos de la luz». 

¿En qué consiste, entonces, esta “sabiduría” parabólica que, por razones morales, viene traducida como astucia o sagacidad? Antes de todo, hay que subrayar que no hay nada de errado al traducir el adverbio original griego con “astucia/sagacidad”, como tampoco es desviado usar el término para expresar su significado de fondo: “sabiamente”. La sabiduría bíblica y judía, de hecho, incluye también aspectos de astucia y de sagacidad o, aún mejor, de inventiva en la vida. Éste es un matiz particular como aquel de la exhortación (de estilo sapiencial) a ser sabios/prudentes como la serpiente, que Jesús ofreció a los apóstoles, cuando los mandó en misión (cf. Mt 10,16). Hay que notar un uso semejante de las imágenes de la serpiente y de la paloma en un dicho de Jehuda ben Simón de la tradición rabínica: «Dios dice a los israelitas: “con respecto a mí son mansos como palomas, pero delante de los pueblos del mundo son astutos como serpientes”» (Ct. Rab. 2,12).

Entonces, el actuar sabio del administrador es un actuar astuto/sagaz. En la mentalidad bíblica-judaica una cosa y otra no se excluyen y, cuando se recomienda una, se entiende la otra y viceversa. En otras palabras, la sabiduría de la parábola tiene una matriz judía y aquel que la resalta se coloca al interno de esta tradición plurisecular. Lejos de todo un moralismo, el intento primario del relato de Jesús es el sapiencial. Se da con esto una lección de la sabiduría, del arte de savoir-vivre, ¡ciertamente no es un tratado sobre la prohibición de robar del decálogo!

2. El saber actuar para garantizar la vida en el futuro 

Una vez aclarada la perspectiva central de la parábola, no es difícil ver que la sabiduría del administrador consiste en la astucia para procurarse un futuro con lo que tiene a disposición en el presente, aunque este “lo que tiene” no es suyo, sino del patrón. Él acumula el capital con el dinero ajeno. Hay que notar a este propósito que, en la parábola de Jesús, el administrador es denunciado como “injusto”. Así viene llamado también, cuando es alabado por su “amo”. Esta “calificación”, o mejor, descalificación no es nunca puesta en duda; sin embargo, el reflector se enciende exclusivamente sobre la acción “sabia” o “astuta” del administrador para salvar el propio “pellejo”.

A la luz de cuanto discutimos hace poco, esta astucia del protagonista es del todo aceptable e, incluso, justificable en una tradición que ha transmitido en modo positivo acciones como el actuar (léase aprovecharse) de los hijos de Israel en relación con los egipcios, sus opresores durante el éxodo: «Así [tomando en préstamo las riquezas sus vecinos egipcios antes de salir de Egipto] despojaron a Egipto» (Éx 12,35-36; cf. Éx 3,21-22; 11,2-3; anche Gén 15,14). Como resulta en la reflexión de la tradición judía sucesiva, fue la Sabiduría misma de Dios la que guió todas las acciones, incluso aquella de dar a los israelitas los tesoros de Egipto: «Ella fue quien libró al pueblo santo (…) Dio a los fieles la recompensa por sus trabajos (…) Les abrió paso a través del mar Rojo (…) Por eso los justos despojaron a los impíos» (Sab 10,15.17.18.20).

3. Seguir a Jesús, Sabiduría encarnada de Dios para servir solo a Dios  

El Jesús de la parábola del administrador astuto aparece más que nunca como un sabio judío. El concepto de sabiduría no excluye los elementos de astucia y sagacidad. Es el arte de vivir el presente para garantizarse un futuro seguro y, para hacerlo, se necesita a veces (especialmente en los momentos críticos), usar toda la inteligencia posible para aprovechar todo recurso a disposición. El comentario amargo final del autor del relato, sobre el actuar sabio de los hijos de la luz con respecto a aquellos del mundo, resuena como una invitación en la boca de la misma Sabiduría, que se dirige a sus hijos (cf. Lc 7,35) para direccionarlos sobre su propio camino.

Se sabe que los hijos de este mundo, con frecuencia, hacen de todo para asegurarse un futuro mejor. Entonces, la pregunta es la siguiente: “los hijos de la luz, los discípulos de Jesús, ¿qué hacen para garantizarse su futuro con Dios? ¿Saben empeñarse sabiamente para orientar su propia vida hacia Dios con “todo el corazón”, con “toda la mente”, con “toda la fuerza”? ¿O permanecen inertes, perezosos, resignados delante de toda la dificultad en la vida?  

Es importante tomar en serio hoy, una vez más, los consejos directos de Jesús al final del relato evangélico, como si fueran una especie de aplicación de la parábola narrada. Él es la sabiduría encarnada de Dios, que indica las vías de la verdadera sapiencia: «ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas» (Lc 16,9). Es necesario saber servirse de la riqueza (que siempre es potencialmente deshonesta en la visión teológica de San Lucas evangelista) para el futuro con Dios. Si alguien no hace esto, se arriesga a terminar con servir a la riqueza, como si ella fuera la “patrona”, según el mensaje del Papa Francisco: «Servirse de las riquezas sí; servir a la riqueza no: es idolatría, es ofender a Dios». (ÁNGELUS, Plaza de San Pedro, Domingo, 31 de julio de 2022). Por eso, la exhortación final resulta más que apropiada: «Ningún siervo puede servir a dos señores. (…) No podéis servir a Dios y al dinero» (Lc 16,13). 

Agradezcamos, por tanto, al Señor Jesús, por la enseñanza evangélica de hoy y pidamos humildemente la gracia del Espíritu Santo, Espíritu de sabiduría e inteligencia, de consejo y de fortaleza, para que sepamos siempre actuar sabiamente en la vida, siguiendo la enseñanza y el ejemplo de Jesús, ¡Sabiduría encarnada de Dios!

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